sábado, 29 de junio de 2013

Amor y erotismo

El ejercicio que se puede leer a continuación lo escribí a partir de lo que aprendí en el fascículo número 33 del curso de escritura creativa "El placer de escribir" de Planeta deAgostini.
El anunciado de la actividad era el siguiente:


¿Nos vemos con ánimos de mostrar nuestras habilidades con una buena escena de amor? Armémonos de energía creativa y procedamos sin cautela: nuestros personajes esperan la oportunidad de dar rienda suelta a sus pasiones. ¡A por ello! Escribe una escena de amor de alto voltaje, independientemente de si se trata de una escena romántica, de ambientación histórica, futurista, contemporánea o cualquier otra.
1. Prepara al lector para lo que vaya a ocurrir. Antes de ponerte a escribir reflexiona a conciencia sobre la pareja de personajes que consumarán su amor en tu relato. Para lo cual, responde a las siguientes preguntas: ¿Quiénes son? ¿Qué edad tiene? ¿Cuál y cómo ha sido su relación hasta el momento? ¿Cuáles son sus temores y esperanzas? ¿Cuáles los obstáculos de su felicidad? ¿Cuál es la trascendencia de la escena que van a protagonizar?
2. Elige el narrador que te parezca más adecuado para tus intereses: ¿una primera persona?, ¿un omnisciente?, ¿una tercera persona focalizada? Recuerda que los prolegómenos son los que darán más o menos intensidad a la escena.

Mi ejercicio se titula "Frío húmedo".

Frío húmedo

Entró por una ventana del mausoleo después de pedirle permiso. Llevó consigo la oscuridad y el frío al interior del monumento fúnebre.


—¿Volveré en el transcurso de esta noche? —dijo Carmen con los ojos entreabiertos— ¿O lo haré en los próximos días?
Dylan no tenía respuestas; cada caso era diferente. No se demoró más: después de un abrazo sedoso, besó su boca, dejando que la sangre corriera, hasta que los cabellos de ella se volvieron blancos y abandonó este mundo.
Al cabo de cinco horas, Carmen volvió a existir para recibir las caricias húmedas de aquel ángel tenebroso, que de haberlas sentido como mortal la habrían llevado a la locura, puesto que aquel amor no era para una mujer.


Dylan y Carmen se intercambiaron un frío más refulgente y sensual que el mayor fuego que pudiera imaginar cualquier humano.
Hacían el amor sin detenerse, viendo transcurrir una estación tras otra; protegidos por lo remoto de aquel cementerio abandonado y por la oscuridad de la estancia. Fluía deseo puro, con un goce cada vez más intenso. Algunos buscaban la luz, ellos llegaron a la cúspide en la oscuridad.
Dylan recordó, mientras besaba su cuerpo húmedo de piedra helada, que ella tenía los ojos más salvajes que había conocido jamás. Los había visto, por primera vez, la primavera de 1953, cuando ella no debía de tener más de treinta años y él treinta y dos; a Dylan le quedaban solo dos meses de vida. Habían pasado ya cuatro años…

lunes, 3 de junio de 2013

Mundos de terror, ciencia ficción y fantasía

El ejercicio que se puede leer a continuación lo escribí a partir de lo que aprendí en el fascículo número 31 del curso de escritura creativa "El placer de escribir" de Planeta deAgostini.

El anunciado de la actividad era el siguiente:


Llegó el momento de volcar sobe el papel los conocimientos adquiridos. Esta vez te pediremos que desarrolles un breve texto a partir de uno de los tres géneros estudiados en la lección. Primero elige: ¿quieres causar pánico con una historia de terror?, ¿prefieres situar los personajes en un contexto propio de la ciencia ficción?, ¿o lo tuyo son los mundos maravillosos de la fantasía?

1. Una vez escogido el género, idea el escenario. Esfuérzate en asegurar la verosimilitud del espacio.
2. Ahora piensa qué efecto quieres causar a lector ―miedo, reflexión, intriga, desconcierto…― así como las herramientas narrativas para conseguirlo, según las particularidades del género escogido; que voz narradora es más conveniente, en qué momento presentar el hecho sorprendente…
3. Imagina tu protagonista: su origen, rasgos característicos, fortalezas y debilidades.
Finalmente, utilizando como modelo la estructura llamada «la aventura del héroe», de Joseph Campbell, escribe una narración con los primeros tres pasos de este camino: la presentación del personaje en su contexto cotidiano, la irrupción del hecho extraordinario, la resistencia inicial del personaje a afrontar el conflicto.

Escogí la historia de terror; el título: "Crudo".

Crudo

Era viernes por la tarde, un momento maravilloso de la semana. Mamá me llevó a la tienda de chuches después de recogerme de la escuela y me permitió comprar arroz inflado con sabor a barbacoa, palomitas azucaradas, un huevo Kinder de chocolate blanco, palitos blandos de coco… Al final de estas tardes sobraba de todo, porque entre las dos no podíamos comer tanto.


La fiesta no se acababa aquí, después del festín mamá y yo jugábamos a interpretar papeles de personajes de cuento; mamá se quejaba riendo de que siempre me cogía el papel protagonista, aunque ella a veces también lo quería y las dos acabábamos representando una función con dos caperucitas.
Mamá conducía por nuestra calle pulverizada por los baches, llegamos a casa y con el motor en marcha me dijo:
—Hija, sube a casa que ahora vengo. Échame una mano y entra las bolsas.
—¿Por qué no vienes conmigo?
—Solo empieza a subir ¿vale? —mamá crispó los dedos sobre el volante hasta que se le pusieron blancos— No voy a tardar cariño. —suspiró y me dio un beso en la frente.
No valía la pena discutir con ella, a veces me habría gustado entender mejor a los adultos, pero ese día no me importó porque nos íbamos a disfrazar de protagonistas de La casita de chocolate.
Abrí la puerta de la casa con la llave que llevaba colgada del cuello. Subí con rapidez las escaleras del primer piso que llevaban al dormitorio de mamá. Registré los cajones y saqué colorete de color rojo coral, papel pinocho marrón, suficiente para caracterizarnos de los hermanos pobres abandonados por sus progenitores, y esperé sentada en el borde de la cama de mamá.
Pasó un rato, el suficiente para recordar que no había bajado la basura a la calle, la única obligación en la que mamá no transigía y sentí una pereza inmensa. Pensé que podría esconderla en el armario empotrado de la limpieza, ubicado en la cocina, donde mamá guardaba la escoba y la fregona.


La bolsa de basura blanca salió del cubo alto con dificultad, tiré del cordón de plástico del autocierre. Pesaba mucho, tanto como para caer a plomo en el fondo del armario emitiendo un plof desparramado; cuando me giré para salir me percaté que la puerta del armario se había cerrado veladamente; esta se abría solo por fuera. Vivíamos en una casa vieja construída en unos tiempos en que no se tenía demasiado en cuenta la seguridad de sus moradores.  Mamá me había enseñado a usar una silla de cocina, como tope para no quedarme encerrada y había insistido mucho, pero cuando no me veía prescindía de esta y mantenía la puerta abierta con el pie, claro que nunca había entrado dentro una bolsa de basura tan pesada como aquella, ni había escondido nada que me hubiera hecho olvidar las medidas de seguridad.
Permanecí serena, sabía que mamá no tardaría en llegar, me senté a esperar sentada en el suelo. Dentro del habitáculo empotrado no estaban ni el cubo ni la fregona, solo la bolsa de basura blanca y yo.
Pronto vería el familiar rostro delgado y pecoso, con el hoyuelo entre el labio inferior y la barbilla que yo también había heredado, asomándose sorprendido; tal vez me reprendería más asustada que yo, para después tomar serias medidas para que no volviera a pasar.
Con esta escena en la mente, me quedé dormida. Al despertar me sentí confusa; mi primer pensamiento fue que estaba en mi dormitorio. Después recordé. Afiné el oído para captar el más mínimo sonido, pero no se oía nada. Lo que si sentí, fue una leve peste, entre dulzona y acuosa, que provenía de la bolsa de basura. Además la bolsa parecía haber aumentado de tamaño desde la última vez que la había mirado. El labio inferior me tembló, pero tenía fe en mamá. Me tape la nariz haciendo pinza, respiré por la boca.
Poco después mi estómago protestó de hambre.

domingo, 2 de junio de 2013

La vida: lo real y lo maravilloso

Solo existen dos formas de vivir tu vida.
 Una es como si nada fuera un milagro. 
La otra es como si todo fuese un milagro.
Albert Einstein