Para niños de 5 años
Hansel y Gretel vivían en el bosque
con su padre que era leñador. Eran tan pobres que no tenían dinero
para comprar comida. Una noche el padre dijo a la madrastra:
—¿Qué comerán los niños si ya no
tenemos comida?
La madrastra contestó:
—Ya sé que haremos: los
abandonaremos en el bosque y así no tendremos que preocuparnos por
darles de comer.
El padre no quería, pero ella se puso
tan mandona que lo convenció.
Hansel, que no podía dormir de hambre,
oyó todo lo que habían dicho y tuvo la idea de recoger piedras de
fuera de la casa y las guardó en los bolsillos de su chaqueta.
Al día siguiente, Hansel fue tirando
las piedrecitas por todo el camino, y cuando sus padres les
abandonaron en el bosque, solo tuvo que seguir, cogido de la mano de
Gretel, el rastro de piedras hasta llegar a casa.
Al cabo de un tiempo, los padres
volvieron a quedarse sin comida y la madrastra decidió que esta vez
los abandonarían en lo más profundo del bosque para que no
encontraran el camino de vuelta. Hansel, que lo oyó todo, quiso
salir al exterior a coger piedras, pero habían cerrado la puerta con
llave. Así que al día siguiente solo tuvo el pedazo de pan que les
habían dado para comer durante todo el día para dejar un rastro de
miguitas de pan. Pero después de ser abandonados y cuando Hansel
quiso seguir el caminito de trocitos de pan, los pájaros se los
habían comido. Gretel rompió a llorar, pero Hansel le dijo que no
se preocupara que Dios les ayudaría. Al día siguiente, vieron un
pájaro azul que cantaba muy bien. Cuando los vio salió volando. Los
hermanos lo siguieron y llegaron a una casa construida con chocolate,
azúcar, caramelo y galletas. Hansel comió un trozo de techo y
Gretel un pedacito de ventana. Desde dentro una voz de anciana les
invitó a entrar dentro, y al hacerlo, ella les dio de comer y un
lugar donde reposar. Pero ella no era bondadosa, sino una bruja que
se comía a los niños; por eso, al poco, encerró a Hansel en una
jaula y a Gretel la volvió su criada.
Cada día la bruja le decía a niño
que le enseñara su dedo, pero él le mostraba un hueso de pollo. La
bruja, que tenía muy mala vista porque tenía los ojos rojos, creía
que el niño no engordaba, pese a que le daba muchísima comida cada
día.
Al cabo del tiempo, la bruja se cansó
de esperar y decidió comerse a los dos hermanos. Le dijo a Gretel
que la masa de pan que estaba en el horno ya debía estar caliente y
que mirara dentro del horno. La niña comprendió que la bruja la iba
a meter dentro si obedecía. Así que dijo:
—¿Cómo podría entrar en el horno?.
—Boba. La entrada es grande. Yo misma
podría entrar.
Y la anciana metió su cabeza dentro
del horno y en ese momento Gretel aprovechó para empujarla dentro y
cerrar la puerta. Después corrió a sacar a su hermano de la
jaula.
Con la tranquilidad de que la bruja
estaba muerta, buscaron en la casa y encontraron joyas y piedras
preciosas. Después anduvieron por el bosque, hasta que encontraron
la casa familiar. Su padre los abrazó con fuerza y les contó que la
madrastra había muerto. Los niños enseñaron su tesoro y la familia
vivió feliz y con amor para siempre.
Para 10 años
Al lado de un bosque espeso vivía un
leñador pobre con su mujer y sus dos hijos: Hansel y Gretel. Eran
tan pobres, que no tenían alimentos para sostener a toda la familia.
Por eso, una noche a madrastra convenció al padre que abandonara a
los niños en el bosque, para no tener que repartir la poca comida
que les quedaba. Hansel, que no podía dormir de lo hambriento que
estaba, oyó toda y cada una de las palabras, cosa que le decidió a
salir de casa para buscar guijarros que estaban en el suelo, delante
de la casa y brillaban a la luz de la luna. El niño recogió piedras
hasta que llenó todos sus bolsillos.
A la mañana siguiente, la madrastra
levantó a los niños, antes del amanecer:
—¡Vamos holgazanes! ¡Levantaos!
De camino al bosque, Hansel fue tirando
piedras blancas a lo largo del camino. Después de ser abandonados,
esperaron que saliera la luna para seguir el rastro de piedras hasta
llegar a casa. Su madrastra, furiosa, dijo al padre, por la noche,
que la próxima vez se internarían en la parte más profunda del
bosque para que nunca encontraran el camino de vuelta. Hansel, que
había oído la conversación, decidió salir a buscar piedras en el
exterior de la casa, pero no lo logró, porque esta vez la puerta
estaba cerrada a cal y canto con llave.
Para adolescentes
—No puedo más: demasiado frío. No
saldremos de esta, no saldremos de esta…—dijo Gretel mientras se
abrazaba a si misma y pensaba que desearía tener a mano las hierbas
para dormir que cogía del cajón secreto de su madrastra. Si por lo
menos pudiera dormir y no despertar nunca más, no sufriría este
frío crudo, insoportable.
—¡Dios, esa maldita bruja!—gritó
furioso Hansel y con voz llena de rabia soltó un montón de
blasfemias— Le dijo a padre que si no se libraba de nosotros, ya
podía ponerse a aserrar las tablas de los ataúdes, porque de ésta
no salíamos ninguno.
—Madre, ayúdanos por favor, desde
donde estés. Por favor. —susurró Gretel con voz casi inaudible—
No nos dejes morir de frío como dos bestias salvajes.
Fue el temblor de la voz de su hermana
más que las propias palabras, lo que hizo que un azote eléctrico
recorriera la espalda de Hansel. Para empeorarlo todo, el fuerte
viento que les golpeaba el cuerpo como un gran martillo frío
invisible se embraveció.
—Hansel… Si me sobrevives quiero
que mantengas limpia la tumba de mamá, barre un poco y…
—Eso no va a pasar Gretel, no vas a
morir.
—Pero hace demasiado frío y…
—No nos pasará nada, solo tenemos
que cuidarnos de no quedarnos dormidos. Abre bien los ojos.
Un bocanada de viento helado y sucio
hizo toser compulsivamente a Hansel hasta ponerse rojo. Gretel pensó
que se estaba ahogando y se quedó paralizada de miedo, por eso,
cuando él volvió a hablar, creyó que nunca sentiría mayor
felicidad que en aquel instante.
—¿Sientes el frío? ¿Te duele
todo?—preguntó Hansel.
—Sí.
—Continúa así, esas sensaciones
solo se pueden tener cuando se está vivo.
Gretel miró a su hermano: tenía los
ojos apagados y parecía…mayor, mucho mayor que padre y que
cualquier anciano de la aldea.
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