lunes, 24 de marzo de 2014

Hansel y Gretel contado a tres públicos diferentes: niños de 5 años, de 10 años y para adolescentes.


Para niños de 5 años
Hansel y Gretel vivían en el bosque con su padre que era leñador. Eran tan pobres que no tenían dinero para comprar comida. Una noche el padre dijo a la madrastra:
—¿Qué comerán los niños si ya no tenemos comida?
La madrastra contestó:
—Ya sé que haremos: los abandonaremos en el bosque y así no tendremos que preocuparnos por darles de comer.
El padre no quería, pero ella se puso tan mandona que lo convenció.
Hansel, que no podía dormir de hambre, oyó todo lo que habían dicho y tuvo la idea de recoger piedras de fuera de la casa y las guardó en los bolsillos de su chaqueta.
Al día siguiente, Hansel fue tirando las piedrecitas por todo el camino, y cuando sus padres les abandonaron en el bosque, solo tuvo que seguir, cogido de la mano de Gretel, el rastro de piedras hasta llegar a casa.
Al cabo de un tiempo, los padres volvieron a quedarse sin comida y la madrastra decidió que esta vez los abandonarían en lo más profundo del bosque para que no encontraran el camino de vuelta. Hansel, que lo oyó todo, quiso salir al exterior a coger piedras, pero habían cerrado la puerta con llave. Así que al día siguiente solo tuvo el pedazo de pan que les habían dado para comer durante todo el día para dejar un rastro de miguitas de pan. Pero después de ser abandonados y cuando Hansel quiso seguir el caminito de trocitos de pan, los pájaros se los habían comido. Gretel rompió a llorar, pero Hansel le dijo que no se preocupara que Dios les ayudaría. Al día siguiente, vieron un pájaro azul que cantaba muy bien. Cuando los vio salió volando. Los hermanos lo siguieron y llegaron a una casa construida con chocolate, azúcar, caramelo y galletas. Hansel comió un trozo de techo y Gretel un pedacito de ventana. Desde dentro una voz de anciana les invitó a entrar dentro, y al hacerlo, ella les dio de comer y un lugar donde reposar. Pero ella no era bondadosa, sino una bruja que se comía a los niños; por eso, al poco, encerró a Hansel en una jaula y a Gretel la volvió su criada.
Cada día la bruja le decía a niño que le enseñara su dedo, pero él le mostraba un hueso de pollo. La bruja, que tenía muy mala vista porque tenía los ojos rojos, creía que el niño no engordaba, pese a que le daba muchísima comida cada día.
Al cabo del tiempo, la bruja se cansó de esperar y decidió comerse a los dos hermanos. Le dijo a Gretel que la masa de pan que estaba en el horno ya debía estar caliente y que mirara dentro del horno. La niña comprendió que la bruja la iba a meter dentro si obedecía. Así que dijo:
—¿Cómo podría entrar en el horno?.
—Boba. La entrada es grande. Yo misma podría entrar.
Y la anciana metió su cabeza dentro del horno y en ese momento Gretel aprovechó para empujarla dentro y cerrar la puerta. Después corrió a sacar a su hermano de la jaula.
Con la tranquilidad de que la bruja estaba muerta, buscaron en la casa y encontraron joyas y piedras preciosas. Después anduvieron por el bosque, hasta que encontraron la casa familiar. Su padre los abrazó con fuerza y les contó que la madrastra había muerto. Los niños enseñaron su tesoro y la familia vivió feliz y con amor para siempre.


Para 10 años

Al lado de un bosque espeso vivía un leñador pobre con su mujer y sus dos hijos: Hansel y Gretel. Eran tan pobres, que no tenían alimentos para sostener a toda la familia. Por eso, una noche a madrastra convenció al padre que abandonara a los niños en el bosque, para no tener que repartir la poca comida que les quedaba. Hansel, que no podía dormir de lo hambriento que estaba, oyó toda y cada una de las palabras, cosa que le decidió a salir de casa para buscar guijarros que estaban en el suelo, delante de la casa y brillaban a la luz de la luna. El niño recogió piedras hasta que llenó todos sus bolsillos.
A la mañana siguiente, la madrastra levantó a los niños, antes del amanecer:
—¡Vamos holgazanes! ¡Levantaos!
De camino al bosque, Hansel fue tirando piedras blancas a lo largo del camino. Después de ser abandonados, esperaron que saliera la luna para seguir el rastro de piedras hasta llegar a casa. Su madrastra, furiosa, dijo al padre, por la noche, que la próxima vez se internarían en la parte más profunda del bosque para que nunca encontraran el camino de vuelta. Hansel, que había oído la conversación, decidió salir a buscar piedras en el exterior de la casa, pero no lo logró, porque esta vez la puerta estaba cerrada a cal y canto con llave.


Para adolescentes
—No puedo más: demasiado frío. No saldremos de esta, no saldremos de esta…—dijo Gretel mientras se abrazaba a si misma y pensaba que desearía tener a mano las hierbas para dormir que cogía del cajón secreto de su madrastra. Si por lo menos pudiera dormir y no despertar nunca más, no sufriría este frío crudo, insoportable.
—¡Dios, esa maldita bruja!—gritó furioso Hansel y con voz llena de rabia soltó un montón de blasfemias— Le dijo a padre que si no se libraba de nosotros, ya podía ponerse a aserrar las tablas de los ataúdes, porque de ésta no salíamos ninguno.
—Madre, ayúdanos por favor, desde donde estés. Por favor. —susurró Gretel con voz casi inaudible— No nos dejes morir de frío como dos bestias salvajes.
Fue el temblor de la voz de su hermana más que las propias palabras, lo que hizo que un azote eléctrico recorriera la espalda de Hansel. Para empeorarlo todo, el fuerte viento que les golpeaba el cuerpo como un gran martillo frío invisible se embraveció.
—Hansel… Si me sobrevives quiero que mantengas limpia la tumba de mamá, barre un poco y…
—Eso no va a pasar Gretel, no vas a morir.
—Pero hace demasiado frío y…
—No nos pasará nada, solo tenemos que cuidarnos de no quedarnos dormidos. Abre bien los ojos.
Un bocanada de viento helado y sucio hizo toser compulsivamente a Hansel hasta ponerse rojo. Gretel pensó que se estaba ahogando y se quedó paralizada de miedo, por eso, cuando él volvió a hablar, creyó que nunca sentiría mayor felicidad que en aquel instante.
—¿Sientes el frío? ¿Te duele todo?—preguntó Hansel.
—Sí.
—Continúa así, esas sensaciones solo se pueden tener cuando se está vivo.
Gretel miró a su hermano: tenía los ojos apagados y parecía…mayor, mucho mayor que padre y que cualquier anciano de la aldea.

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