─No arriesgas le dijo Valentina a la rubia de peluquería que vestía jersey de lana y falda de “tweed” de Burberry.
¿Por qué dices esto? dijo la rubia.
No mezclas colores, te sientes segura con looks monocromos. Hoy, por ejemplo, vas de los pies a la cabeza de color marrón.
Además, no hay una sola nota discordante (suciedad o desorden) en este comedor. No dejas nada bajo el dominio del azar.
Todas las invitadas a la fiesta del bebé repasaron con la mirada el comedor, prístino pese a que se habían abierto muchos obsequios para el recién nacido y debería de haber un montón de papel de regalo disperso por la habitación. Nadie había reparado que la mamá rubia había ido recogiendo meticulosamente todo el papel y había clasificado todos los regalos en montoncitos: ropa, productos de perfumería, juguetes...
No me gustaría nada ser una de esas pesadas que...
Bueno, ¡ya basta! He hablado demasiado. Valentina cogió pacíficamente la mano de la mamá casi recién parida y le regaló una sonrisa afable.
La fiesta del bebé siguió su curso. Al acabar se marchó todo el mundo; incluida la amiga de Valentina que sí conocía a la mamá antes de la celebración (Valentina había asistido sólo como acompañante: anteriormente nunca había visto a la anfitriona).
Pero la rubia insistió en que Valentina se quedara un poco más. Sólo un poco más.
Una vez a solas, habló:
Verás, me incomoda la imagen que tienes de mí, y me preocupa saber si eres la única que me ve así o todo el mundo...No sé si me estoy explicando bien. Vivo del arte: pinto cuadros que se cotizan alto. Me considero una mujer independiente. Ya sabes. Concebí mi hija por inseminación artificial, gracias a un donante anónimo. Colaboro en diversas causas... Bueno, me considero una mujer que arriesga; no he dejado que la vida me encongiera. Pero tu me has descrito, porque me ves así, como una mujer conservadora y temerosa del mundo. Comprenderás que me has dejado de piedra. Me pregunto, ¿quién eres? ¿de qué trabajas? ¿Psicóloga, psicoanalista?
Soy continuista.
--?
Es uno de los oficios menos reconocidos, aunque imprescindibles en el mundo del cine. Para serlo se ha de ser muy observadora; dicen que es trabajo de chicas. En el cine ha de haber una continuidad en los personajes, los escenarios, las tramas... Mi trabajo consiste en estar muy atenta. Por ejemplo, si la campesina alemana viste una camisa blanca, no puede llevar diez segundos después una camisa rosa pálido.
Normalmente, registro todas las escenas con una cámara digital. Pero a base de muchos años de trabajo, he acabado teniendo además una cámara mental, que he puesto en marcha inconscientemente desde el momento que he entrado por esa puerta a tu casa. El problema es que yo desconocía tu historia, tu vida anterior. No tengo registros en la memoria de mi cámara anteriores. Sólo te he comentado, lo que he visto en el aquí y ahora que es una mujer que no hace nada sin tener una red de seguridad que la salve en caso de caída. Pero, repito, puede que haya cometido un error de continuidad.
--Desconoces la historia completa, ¿eh?
--Sí. Además no tuve en cuenta que las personas, como los personajes, somos contradictorios. Estamos hechos a capas; cualquier intento de etiquetar a los demás o a nosotros mismos de manera simple está abocado al fracaso.
La rubia, que después supo que se llamaba Júlia, la miró y afirmó con voz tenue, apenas perceptible:
Creía interiormente que era una obra falsa de Modigliani, certificada como auténtica por Parisot*. Un fraude, vaya.
Sólo que realmente soy al mismo tiempo auténtica y falsa. --sus palabras la hicieron sonreír un poco-- No alternativamente, no como lo fue Doctor Jekyll y el señor Hyde ¡al mismo tiempo!
Valentina no respondió. No estaba dispuesta a continuar discutiendo el tema. Ella era continuista, las cuestiones de la mente y del alma las dejaba a los psiquiatras y a los sacerdotes, en caso que tuvieran respuesta a las preguntas insinuadas por Júlia.
*Parisot: Christian Gregori Parisot, actualmente de 55 años, se dedica a velar por el patrimonio de Amedeo Modigliani. Desde 1983 se viene ocupando de certificar la autenticidad de las obras de Modigliani. El pasado 18 de diciembre de 2012, agentes de los Carabinieri detuvieron en Roma a Parisot bajo la acusación de poner a la venta 59 piezas del maestro de Livorno. (...)Según la investigación, Parisot organizaba exposiciones en todo el mundo con el objetivo último de captar posibles clientes para las falsas piezas de Modigliani que astutamente intercalaba con las originales. Cuando aparecía algún pardillo interesado en la adquisición de algún desnudo femenino o algún busto africano, el extrovertido Parisot conducía su interés hacia las obras falsificadas. Tenía todas las de ganar ¿quién iba a desconfiar de la autenticidad de piezas avaladas por el mismísimo Instituto Modigliani? Mucho menos cuando el marchante encubierto dejaba caer que, entre sus muchas operaciones, estaba la de asesorar a los propios Carabinieri en la tutela del patrimonio cultural italiano.
Información extraída de El País, Domingo 20 de enero de 2013, página 44
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