viernes, 19 de abril de 2013

Las ancianas del Apartheid

Título: Las ancianas del Apartheid
Argumento: Desafiar a Dios

Las ancianas del Apartheid
Durante años Irene había asistido a las colonias para mayores que organizaba “La sociedad hermanada de Villa Duriel”, que duraban tres semanas en las que se enseñaban manualidades, labores, cocina, etc. Ese año se centrarían en aprender papiroflexia y artesanía con papel.

Irene, gitana y entusiasta, esperaba todo el año que llegara el mes de octubre para disfrutar estas vacaciones rurales; uno de los pocos placeres que podía permitirse desde que había enviudado. Tres semanas le costaban 390 euros (comida, alojamiento y actividades incluídas), que eran un buen pellizco de su pensión. Pero siempre los había pagado con gusto.

Hasta que se jubiló la directora antigua y entró en su lugar Virginia Galán. Esta señora estableció por primera vez dos precios diferentes: el básico (el precio antiguo) y el completo (450 euros). Entonces empezaron las diferencias y los disgustos. Si a las completas les ponían dos trozos de merluza a la plancha, a las básicas solo uno; si a las completas les daban zumo de naranja recién exprimido,

 a las básicas zumo de supermercado de marca blanca.

Y todo era lo mismo: a unas se les cambiaba las toallas a diario, a las otras cada tres días…
Irene comprendió que era la forma humillante que tenía la directora de presionar, para que todas pagasen el precio actualizado de 450 euros; pero muchas no podían pagarlo.
Trazó un plan, que fue secundado por todas las otras básicas:


El último día de colonias, cuando los hijos venían a recoger a sus madres con toda la familia y se hacía un almuerzo conjunto, todos estaban sentados en las mesas esperando ser servidos. Era la una y media. A las tres estaba todo el mundo preocupado porque las ancianas que faltaban no aparecían por ningún lado. Pero cuando menos se lo esperaban, Irene comandando su ejército apareció por el comedor; iban vestidas con trajes de papel. Al principio todos lo celebraron, puesto que creyeron que había sido algo preparado para mostrar el trabajo que habían realizado en las colonias. Pero cuando se centraron y miraron bien, leyeron en los vestidos escrito en bolígrafo rojo “Las ancianas del Apartheid”. Una a una se fue sentando en el suelo apoyando la espalda contra la pared con una escudilla en las manos como si fueran prisioneras esperando su ración de rancho.

Al destaparse lo que había sucedido la directora se echó a llorar y fue fulminantemente despedida. La noticia se difundió rápidamente por Internet, y se convirtió en trending topic a nivel nacional, además la administración cerró esas colonias para siempre.

Pero Irene tuvo que pagar un precio por su audacia, porque no acudió a ninguna colonia más: a unas por ser insustanciales y a otras por no tener presupuesto suficiente.

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