martes, 30 de abril de 2013

Los zapatitos rojos

Copio la versión en la que me basé (que era para un público infantil y estaba ilustrada por María Pascual) para que se puedan ver las diferencias con la versión original de Hans Christian Andersen:

 <<Karen era una niña muy pobre que no tenía dinero para comprarse unos zapatos y andaba descalza.
--Toma --le dijo un día un pequeño zapatero--. No son muy bonitos, pero te abrigarán los pies.
Cierta mañana, una señora muy elegante descendió de una carroza y se dirigió a Karen, diciendo:
--Me encuentro muy sola ¿Quieres venir a vivir conmigo?
--Pero antes te compraré unos zapatos, ya que esos que llevas son muy feos.
Karen se prendó de unos de piel encarnada y brillante, que le sentaban muy bien.
Un día que Karen, desobedeciendo a su protectora, se había escapado de casa para dar un paseo, encontró a un soldado vestido de rojo que le dijo:
--¡Qué hermosos zapatitos de baile!
Al instante, sin que Karen pudiera evitarlo, los zapatitos rojos la obligaron a bailar, a bailar...
--¡Qué divertido! ¡Qué divertido! --dijo Karen
Pero cuando quiso detenerse para regresar a casa, los zapatitos rojos no se lo permitieron.
--¡Baila!¡Baila! --dijeron los zapatos.
--¡Dios mío! ¡Dios mío! --lloró Karen--. ¡No puedo detenerme!
--¡Oh! --le dijeron los conejitos--. ¿No sabes que tus zapatitos están encantados y no podrás parar de bailar hasta que quiera el soldado rojo?
Karen se cayó al río, pero el agua no disminuyó el extraño poder de los zapatitos rojos.
--¡No puedo parar! ¡No puedo parar! --les dijo a los peces, que la miraban asombrados.
--¡Ja, ja, ja, ja! --dijo el soldado rojo, apareciendo ante ella-- Seguirás bailando el resto de tu vida. Has desobedecido a tu protectora y mereces un castigo.
--¡No lo haré más! ¡Perdón! --suplicó la niña, baila que te baila.
--Bien –dijo el soldado--. Toma este cuchillo y córtate los pies. Es el único medio de librarte de los zapatos rojos.
--Pero antes –dijo la niña-- déjame ir a la iglesia para pedir perdón al Niño Jesús por mi falta.
Al acabar de pronunciar estas palabras, los zapatos se desprendieron de los pies de Karen y se marcharon bailando solos.
--Comprendí que tu arrepentimiento era sincero –dijo el soldado--, y por eso me he compadecido de ti.
--Gracias –respondió la niña--. Nunca seré desobediente.>>
FIN

Y la versión de Andersen es:
http://www.zapatosrojos.com.ar/Biblioteca/Andersen.htm


La de Hans Christian Andersen tiene mucha más densidad y es más buena como historia, pero para hacer el ejercicio me fue mejor la versión infantil que os he mostrado en primer lugar.

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