miércoles, 13 de febrero de 2013

La consejera de la Babyblue

Habían pasado veinte años, pero May habría reconocido a la consejera de la revista para adolescentes Babyblue aunque se hubiera disfrazado de koala. La pequeña fotografía de la mujer pelirroja se le había quedado grabada en su procesador mental. Babyblue había sido a principios de los noventa la revista musical española más vendida después de Súper Pop.


May prefería leer Babyblue porque a parte de las habituales secciones dedicadas a famosos del mundo de la música y del cine o consejos de belleza, contaba con una sección donde las adolescentes podían escribir sobre cualquier tema, ficticio o real, con absoluta libertad. El espacio se titulaba “Tú escribes”.  Generalmente, las chicas escribían contando un problema que las preocupaba y la consejera, Darling, les daba su opinión. Muchas chicas se desahogaban explicando los problemas que tenían con su chico, la falta de libertad que tenían en casa o las peleas con sus amigas. Otras preferían dejar correr la vena literaria y plasmaban sus ideas en cuentos de fantasía. May siempre había deseado ser escritora. Disfrutaba saliendo con sus amigas en plan loco como algunas adolescentes, pero lo que más le gustaba era leer y escribir. Aunque nadie lo sabía. En un arranque de entusiasmo envío el cuento “La voluntad de Sira” que trataba sobre una muchacha decidida a permanecer virgen hasta el matrimonio. Darling tenía fama de no tener pelos en la lengua. May pensaba que a veces era demasiado irónica. Por eso, le sorprendió tanto que alabara su cuento y que la animara a seguir escribiendo. Y eso es lo que hizo. Ahora con treinta y cinco años era redactora de la revista para futuras decoradoras profesionales “Alta Decoración”.


 Comprendía muy bien lo que Darling había hecho por ella. Por eso, ese sábado por la mañana estaba sentada en primera fila en la sala de conferencias del edificio “Mediterráneo” esperando el turno de preguntas y respuestas para agradecérselo. La primera conferenciante, una americana de la revista Rolling Stones, acabó de responder.


Darling miraba sonriente al público dispuesta a empezar a hablar, cuando un miembro de la organización se le acercó con cara de susto y le susurró algo a la oreja que hizo que Darling se levantara a toda prisa y saliera corriendo. May sólo dijo:
–¿Qué...?

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